Día Tercero, 20.5.2015, miércoles
José R. Pedraza
(Córdoba). Ayer por la tarde, saliendo de la playa, a tod@s nos costó recoger
los bártulos -era la mágica hora-. El profesorado dándole al ingenio para ver
cómo esto se podía reproducir (el viaje, no abandonar la playa): “¿Aquí con otros jóvenes
que cada año que pasa son otr@s? –nosotros más viejos –plural mayestático-,
ellas más guapas, ojo-. ¿Dándole cancha a Andalucía con l@s mism@s –si quieren
seguir- sin abandonar el carácter de este episodio?¿Qué fórmulas educativas y
formas administrativas para darle continuidad en el tiempo?¿Cómo nos apañamos
para hacer esto, algo que merezca la pena por encima de las obligaciones –dar
clase, poner notas y rellenar bobadas-? Los tres tenemos claro que un año
entero, complementaria y programadamente –reproduciendo las vivencias escolares
de cuando algunos éramos de la EGB- merece estudiar un territorio al que luego
se irá, no para ver, sí para mirar, para escrutarlo y aprehenderlo (aprender
haciéndolo de uno y uno de él).
En nuestras abiertas ensoñaciones,
Juan-Carlos-al-volante que se suma a la
fiesta: “Y yo con vosotr@s, pero más tiempo, por lo menos una semana”. Ya
tenemos chófer, por algo se empieza. Otra justificación para disipar dudas y
alimentar convicciones. No es cosa de cortarle la cara a nadie, ¡chimpún!
Y hablando de caras,
pongamos algunas. Sin afán de hacer crónica oficial de todo, todo, todo, glosar
que:
·
Como en
Granada, el tino de Carolina con Google Maps y las coordenadas es total. Los
Escullos, desde hoy, lo dejamos apuntado en el directorio telefónico. Buena
relación calidad-precio. Acierto.
·
Por DACE
(actividades del ‘más allá’, diría Iker Jiménez), Virginia Ruiz García (ahora he escrito bien los apellidos; perdón, no contrasté la información que resultó ser
fallida) dio indirectamente con el hombre-guante al volante. Acierto.
·
Las profas, Amalia y Sonia, por todo lo que
hicieron: listas, reuniones,…y por toda la armonía que hemos tenido
veinticuatro horas de veinticuatro.
· Paco, que
siempre estuvo pegado al proyecto y que la coyuntura dejó en tierra. Lo tuvimos
presente con los mensajes, con los cuadernillos grupales playeros.
·
Tod@s l@s
compañer@s que han mostrado sus afectos (o envidias sanas –“¡qué cara tenéis!”;
“besos, guap@s”.
· Las familias
que muestran su buena cara, que reconocen, que no escatiman valoraciones,
piropos o críticas constructivas, las que no conectan en una relación directa e
inmadura la nota de clase con el trato personal, las que las veletas las dejan
para indicar la procedencia del viento.
· La cara
simpática y agradable de Joaquín y Victoria, el camarero y la camarera. El
trato era tan bueno como la comida, que era buena y abundante, y a algún@s llegó a sabernos tan bien una cosa como la otra, o quizá mejor el primero. Con buen trato,
sabe mejor la comida; hasta la mala puede hacerse buena. Milagro.
· Y si me dejo
a alguien de buena voluntad, que me perdone o que Dios se lo pague.
La mañana se presenta de
cielo gris, enturbiada. La noche fue más tranquila que la anterior en lo humano,
según informes secretos de toda solvencia. En lo meteorológico, ventosa (en lo
meteorológico). El despertar fue inevitablemente prontillo en la tienda número
8. En las siete precedentes hubo que tocar diana para que algo se moviera. “¡Buenos
días!”; “¡Noooo!”; “¡Uahhhh!”; ¿Ya?”; “Ahora vamos”; “Párate”; “¿Qué hora es?”; “No
queremos desayunar”. 7 dormitorios 7. ¡Torea eso!
El desayuno se formalizó
por fin. Rutinas disciplinadas, o sea, aprendidas. Las tostadas volaban; el
tazón de cacao, soplado; repiqueteo de cucharillas; tomate con cuchara sopera;
mermelada y mantequilla por decímetros cuadrados; idas y venidas. Buena ingesta
para un día de estudio y viaje, un día de estos nuestros.
Comenzó el repliegue de
tropas. Encasquetar tanto despliegue de medios, trapos, latas, bolsas,… parecía misión imposible. Los
torreones plastificados se habían convertido en auténticos bazares de un
multicolor salvaje que parecía imposible de compactar. De común, tigreras.
Tras varias pasadas amonestadoras
y advertidoras, el espacio comenzó a surgir, esto es, la distancia entre dos
objetos. Del horror al vacío (horror
vacui) al racionalismo grecorromano (urbs
quadratta). Orden de salida: ¡Arrrr! Desfile poco decidido por todo el
camping. No había claro convencimiento de querer salir. Algún significado
tendrá esa falta de diligencia. Despiert@s y comid@s estaban. Prisa, la justa.
¡Uy!
Revista a las ‘fortalezas’
que ya no olían a plástico (tic-tac, tic-tac, tic-tac), cierre de cremalleras
(habitaciones, armaritos, puertas de entrada), candados, y llaves a la
recepción. Paso de la barrera, y el retorno se nos adivinaba entre lo
inevitable y los dilemas de los porqués y los paraqués. El pasaporte tendrá un
sello duradero, así lo dice Mª. D. Habas en su gentil comentario, y así será.
Así nos sucedió a algunos hace muchos años con aquellos vanguardistas de la
tiza comprendiendo mundo por Cazorla y por Las Alpujarras, cuando todo era más
sencillo y la educación había que hacerla de otra manera, y a muchas cosas se las
llamaba por su nombre. Ahora no.
El día tenía dos partes, más
el kilometraje como mallazo para moverse por él.
La primera parte era ir
al mismo cabo, la proa sureste de la Tierra de los Conejos, la Isephanim fenicia, la España de ell@s.
Por el camino, rodeando la Sierra del Cabo de Gata, sesión teórica de lo
mirado: Pujaire, Almadraba de Monteleva,
las Salinas,…Factores y elementos del llano oriental de la bahía, relaciones
con otros espacios…, y el Faro (1867), el Arrecife de las Sirenas, la Vela
Blanca, y respirar el sitio en su magia formal, en su unicidad. No pudimos
resistir apelar a la utopía, se nos salía por la boca: Cabo de San Vicente
(Portugal), Finisterre (Galicia), Creus (Cataluña), la piel de toro que se
debería conquistar, para ser mejores, para crecer mejor. ¡A por ellos!
Repliegue necesario del
plus ultra, y merodeando la bahía de ese espejo del mar (que es lo que
significa probablemente Almería), búsqueda algo tortuosa de otro mojón del
camino: pasamos Gádor, Benahadux,…
La segunda parada era Los
Millares (Santa Fe de Mondújar), otra de nuestras ilusiones. No cabe la
geografía sin la historia, la historia sin la geografía.
Sonia tuvo que telefonear
para ajustar horarios (como hizo otras veces), siempre diligente, y todo encajó
cual rompecabezas. Los Millares ha evolucionado desde que la conocimos hace dos
décadas: centro de interpretación, reconstrucciones de tholoi (enterramientos), cabañas y muralla. Patricia y César (que
no son romanos) nos atendieron maravillosamente, adaptación a las circunstancias:
documental de contextualización, explicación del entorno a partir de una
maqueta, recreación interpretativa a partir de un panel mural,…y paseo, bajo el
plúmbeo cielo, para llegar hasta las reconstrucciones. Objetivo conseguido. L@s
chic@s entusiasmad@s, atent@s a las explicaciones respetuos@s en todos los
ámbitos. Amalia y Sonia, sorprendidas y felices. Todo en una hora, la quinta,
de 13 a 14, cumpliendo horarios. Pero ésta hizo por mil. Si así fuese de vez en
cuando, otro gallo cantaría, pero tanto corsé, tanta administración
burrocrática (no hay error aunque aparezca el subrayado rojo)(1),...Buahhh. ¡Sigamos el camino, andemos!
El turbión ciclogénico la
tomó con nosotros (el típico chaparrón de c……-a veces mejor no llamar a las
cosas por su nombre, que estamos muy sensibles-). Almería se hizo La Coruña, el
Mediterráneo se travistió de Atlántico, y mayo de noviembre. Retrasar el
almuerzo picnic como estaba previsto, se hizo obligación. Pasamos de provincia,
ganamos altura, y al poco de Guadix, entre el altiplano y el Puerto de la Mora,
las talegas se abrieron en torno a una báscula de pesaje de camiones, propiedad
de la Junta de Andalucía y usada por la Benemérita, al mismo pie de la autovía.
El sitio era algo anodino, feo como pocos, pero lo hicimos nuestro. Hacer bella
la fealdad, otro aprendizaje (por cierto, conozco algún@s que en el paraíso
pedirían la hoja de reclamaciones, ¿será posible?). No nos estorbaron ni el
ruido, ni los perros abandonados, ni la basura estratiforme de los filos y
cunetas. El sugerente nombre del restaurante el Mirador absorbió a toda la
tropa. Cafés, helados, algún regalito, WC.
A las 16 y algo, a pasar
páginas del mapa de carreteras. Camino inverso. Alto en Lucena, no había
aguante. WC. Campiña-Vega-Sierra Morena.
Llegados al Arroyo de la
Tolva, balance por micrófono: que si hay que estudiar más para viajar más
(queda todo por aprender; que estábamos orgullosos y contentos de haber viajado
junt@s; que no debería quedar esto así;…), pasadas las 20 h, “Bienvenidos a
Villaviciosa”. Travesía, polígono, las familias intercambiándose sus llamadas,
las anécdotas de tres días.
Se me olvidaba: le dimos
el único (y más fuerte, por tanto) aplauso a Juan Carlos de ArribasSur
(aprovecho para dejar escrito, porque lo dije, que me lo pido para el próximo ‘tour-de-horizont’,
requisito inexcusable).
El bus quedó vacío. Unos,
corriendo para el fútbol como locos; otr@s para sus casas y sus cosas. Juan C.,
Amalia y el cronista –Sonia no pudo subir y se quedó en Córdoba- nos despedimos
solos y henchidos de que todo salió bien. A salvo, sanos (quitando alguna
magulladura, picaduras, ronchas,…). No se olvide, éramos expedicionarios, antes
legionarios, tropa,….
Lo que quede por contar,
cada cual lo hará más oralmente que otra cosa. Algun@s escribiremos
probablemente dándole otra forma que lo que ha sido este instantáneo y
destartalado blog.
El tiempo dirá lo que
supuso, si mereció (a veces no se podrá medir siquiera dicho impacto). El
tiempo hará que se reviva algo parecido, o no.
Lo que nadie dirá es que no estuvimos por ahí a nuestra manera, siendo lo que
queremos ser y que sean.
(1) La lista es interminable, ya la hemos ido desarrollando en otros escritos, y seguiremos con la catalogación desgraciada e irremediablemente, porque nada apunta a que las cosas sean razonables y justas (a nuestro entender, lógicamente).