Viaje interdepartamental del IES La Escribana [Villaviciosa, Córdoba] al P. N. Cabo de Gata-Níjar (Almería) / I Ciclo de Secundaria / 18-20.5.2015

jueves, 21 de mayo de 2015

Día Tercero, 20.5.2015: Los Millares del Calcolítico y la puerta occidental de lo oriental mediterráneo, Gata (el origen de la civilización)

Día Tercero, 20.5.2015, miércoles

José R. Pedraza (Córdoba). Ayer por la tarde, saliendo de la playa, a tod@s nos costó recoger los bártulos -era la mágica hora-. El profesorado dándole al ingenio para ver cómo esto se podía reproducir (el viaje, no abandonar la playa): “¿Aquí con otros jóvenes que cada año que pasa son otr@s? –nosotros más viejos –plural mayestático-, ellas más guapas, ojo-. ¿Dándole cancha a Andalucía con l@s mism@s –si quieren seguir- sin abandonar el carácter de este episodio?¿Qué fórmulas educativas y formas administrativas para darle continuidad en el tiempo?¿Cómo nos apañamos para hacer esto, algo que merezca la pena por encima de las obligaciones –dar clase, poner notas y rellenar bobadas-? Los tres tenemos claro que un año entero, complementaria y programadamente –reproduciendo las vivencias escolares de cuando algunos éramos de la EGB- merece estudiar un territorio al que luego se irá, no para ver, sí para mirar, para escrutarlo y aprehenderlo (aprender haciéndolo de uno y uno de él).
En nuestras abiertas ensoñaciones, Juan-Carlos-al-volante que se suma a la fiesta: “Y yo con vosotr@s, pero más tiempo, por lo menos una semana”. Ya tenemos chófer, por algo se empieza. Otra justificación para disipar dudas y alimentar convicciones. No es cosa de cortarle la cara a nadie, ¡chimpún!
Y hablando de caras, pongamos algunas. Sin afán de hacer crónica oficial de todo, todo, todo, glosar que:
·         Como en Granada, el tino de Carolina con Google Maps y las coordenadas es total. Los Escullos, desde hoy, lo dejamos apuntado en el directorio telefónico. Buena relación calidad-precio. Acierto.
·         Por DACE (actividades del ‘más allá’, diría Iker Jiménez), Virginia Ruiz García (ahora  he escrito bien los apellidos; perdón, no contrasté la información que resultó ser fallida) dio indirectamente con el hombre-guante al volante. Acierto.
·         Las profas, Amalia y Sonia, por todo lo que hicieron: listas, reuniones,…y por toda la armonía que hemos tenido veinticuatro horas de veinticuatro.
·       Paco, que siempre estuvo pegado al proyecto y que la coyuntura dejó en tierra. Lo tuvimos presente con los mensajes, con los cuadernillos grupales playeros.
·         Tod@s l@s compañer@s que han mostrado sus afectos (o envidias sanas –“¡qué cara tenéis!”; “besos, guap@s”.
·       Las familias que muestran su buena cara, que reconocen, que no escatiman valoraciones, piropos o críticas constructivas, las que no conectan en una relación directa e inmadura la nota de clase con el trato personal, las que las veletas las dejan para indicar la procedencia del viento.
·    La cara simpática y agradable de Joaquín y Victoria, el camarero y la camarera. El trato era tan bueno como la comida, que era buena y abundante, y a algún@s llegó a sabernos tan bien una cosa como la otra, o quizá mejor el primero. Con buen trato, sabe mejor la comida; hasta la mala puede hacerse buena. Milagro.
·        Y si me dejo a alguien de buena voluntad, que me perdone o que Dios se lo pague.

La mañana se presenta de cielo gris, enturbiada. La noche fue más tranquila que la anterior en lo humano, según informes secretos de toda solvencia. En lo meteorológico, ventosa (en lo meteorológico). El despertar fue inevitablemente prontillo en la tienda número 8. En las siete precedentes hubo que tocar diana para que algo se moviera. “¡Buenos días!”; “¡Noooo!”; “¡Uahhhh!”; ¿Ya?”; “Ahora vamos”; “Párate”; “¿Qué hora es?”; “No queremos desayunar”. 7 dormitorios 7. ¡Torea eso!
El desayuno se formalizó por fin. Rutinas disciplinadas, o sea, aprendidas. Las tostadas volaban; el tazón de cacao, soplado; repiqueteo de cucharillas; tomate con cuchara sopera; mermelada y mantequilla por decímetros cuadrados; idas y venidas. Buena ingesta para un día de estudio y viaje, un día de estos nuestros.
Comenzó el repliegue de tropas. Encasquetar tanto despliegue de medios, trapos, latas, bolsas,… parecía misión imposible. Los torreones plastificados se habían convertido en auténticos bazares de un multicolor salvaje que parecía imposible de compactar. De común, tigreras.
Tras varias pasadas amonestadoras y advertidoras, el espacio comenzó a surgir, esto es, la distancia entre dos objetos. Del horror al vacío (horror vacui) al racionalismo grecorromano (urbs quadratta). Orden de salida: ¡Arrrr! Desfile poco decidido por todo el camping. No había claro convencimiento de querer salir. Algún significado tendrá esa falta de diligencia. Despiert@s y comid@s estaban. Prisa, la justa. ¡Uy!
Revista a las ‘fortalezas’ que ya no olían a plástico (tic-tac, tic-tac, tic-tac), cierre de cremalleras (habitaciones, armaritos, puertas de entrada), candados, y llaves a la recepción. Paso de la barrera, y el retorno se nos adivinaba entre lo inevitable y los dilemas de los porqués y los paraqués. El pasaporte tendrá un sello duradero, así lo dice Mª. D. Habas en su gentil comentario, y así será. Así nos sucedió a algunos hace muchos años con aquellos vanguardistas de la tiza comprendiendo mundo por Cazorla y por Las Alpujarras, cuando todo era más sencillo y la educación había que hacerla de otra manera, y a muchas cosas se las llamaba por su nombre. Ahora no.
El día tenía dos partes, más el kilometraje como mallazo para moverse por él.
La primera parte era ir al mismo cabo, la proa sureste de la Tierra de los Conejos, la Isephanim fenicia, la España de ell@s. Por el camino, rodeando la Sierra del Cabo de Gata, sesión teórica de lo mirado: Pujaire,  Almadraba de Monteleva, las Salinas,…Factores y elementos del llano oriental de la bahía, relaciones con otros espacios…, y el Faro (1867), el Arrecife de las Sirenas, la Vela Blanca, y respirar el sitio en su magia formal, en su unicidad. No pudimos resistir apelar a la utopía, se nos salía por la boca: Cabo de San Vicente (Portugal), Finisterre (Galicia), Creus (Cataluña), la piel de toro que se debería conquistar, para ser mejores, para crecer mejor. ¡A por ellos!
Repliegue necesario del plus ultra, y merodeando la bahía de ese espejo del mar (que es lo que significa probablemente Almería), búsqueda algo tortuosa de otro mojón del camino: pasamos Gádor, Benahadux,…
La segunda parada era Los Millares (Santa Fe de Mondújar), otra de nuestras ilusiones. No cabe la geografía sin la historia, la historia sin la geografía.
Sonia tuvo que telefonear para ajustar horarios (como hizo otras veces), siempre diligente, y todo encajó cual rompecabezas. Los Millares ha evolucionado desde que la conocimos hace dos décadas: centro de interpretación, reconstrucciones de tholoi (enterramientos), cabañas y muralla. Patricia y César (que no son romanos) nos atendieron maravillosamente, adaptación a las circunstancias: documental de contextualización, explicación del entorno a partir de una maqueta, recreación interpretativa a partir de un panel mural,…y paseo, bajo el plúmbeo cielo, para llegar hasta las reconstrucciones. Objetivo conseguido. L@s chic@s entusiasmad@s, atent@s a las explicaciones respetuos@s en todos los ámbitos. Amalia y Sonia, sorprendidas y felices. Todo en una hora, la quinta, de 13 a 14, cumpliendo horarios. Pero ésta hizo por mil. Si así fuese de vez en cuando, otro gallo cantaría, pero tanto corsé, tanta administración burrocrática (no hay error aunque aparezca el subrayado rojo)(1),...Buahhh. ¡Sigamos el camino, andemos!
El turbión ciclogénico la tomó con nosotros (el típico chaparrón de c……-a veces mejor no llamar a las cosas por su nombre, que estamos muy sensibles-). Almería se hizo La Coruña, el Mediterráneo se travistió de Atlántico, y mayo de noviembre. Retrasar el almuerzo picnic como estaba previsto, se hizo obligación. Pasamos de provincia, ganamos altura, y al poco de Guadix, entre el altiplano y el Puerto de la Mora, las talegas se abrieron en torno a una báscula de pesaje de camiones, propiedad de la Junta de Andalucía y usada por la Benemérita, al mismo pie de la autovía. El sitio era algo anodino, feo como pocos, pero lo hicimos nuestro. Hacer bella la fealdad, otro aprendizaje (por cierto, conozco algún@s que en el paraíso pedirían la hoja de reclamaciones, ¿será posible?). No nos estorbaron ni el ruido, ni los perros abandonados, ni la basura estratiforme de los filos y cunetas. El sugerente nombre del restaurante el Mirador absorbió a toda la tropa. Cafés, helados, algún regalito, WC.
A las 16 y algo, a pasar páginas del mapa de carreteras. Camino inverso. Alto en Lucena, no había aguante. WC. Campiña-Vega-Sierra Morena.
Llegados al Arroyo de la Tolva, balance por micrófono: que si hay que estudiar más para viajar más (queda todo por aprender; que estábamos orgullosos y contentos de haber viajado junt@s; que no debería quedar esto así;…), pasadas las 20 h, “Bienvenidos a Villaviciosa”. Travesía, polígono, las familias intercambiándose sus llamadas, las anécdotas de tres días.
Se me olvidaba: le dimos el único (y más fuerte, por tanto) aplauso a Juan Carlos de ArribasSur (aprovecho para dejar escrito, porque lo dije, que me lo pido para el próximo ‘tour-de-horizont’, requisito inexcusable).
El bus quedó vacío. Unos, corriendo para el fútbol como locos; otr@s para sus casas y sus cosas. Juan C., Amalia y el cronista –Sonia no pudo subir y se quedó en Córdoba- nos despedimos solos y henchidos de que todo salió bien. A salvo, sanos (quitando alguna magulladura, picaduras, ronchas,…). No se olvide, éramos expedicionarios, antes legionarios, tropa,….
Lo que quede por contar, cada cual lo hará más oralmente que otra cosa. Algun@s escribiremos probablemente dándole otra forma que lo que ha sido este instantáneo y destartalado blog.
El tiempo dirá lo que supuso, si mereció (a veces no se podrá medir siquiera dicho impacto). El tiempo hará que se reviva algo parecido, o no. Lo que nadie dirá es que no estuvimos por ahí a nuestra manera, siendo lo que queremos ser y que sean.



(1) La lista es interminable, ya la hemos ido desarrollando en otros escritos, y seguiremos con la catalogación desgraciada e irremediablemente, porque nada apunta a que las cosas sean razonables y justas (a nuestro entender, lógicamente).





miércoles, 13 de mayo de 2015

Día Segundo, 19.5.2015. Norte mañanero, vespertino sur


Día Segundo. 19.5.2015, martes

José R. Pedraza (Los Escullos, Almería). Con el sol naciente como único aliado, la mañana comenzó con todo el camping roncando. El ruido de los entelados palaciegos no nos había permitido conciliar todo el sueño que el cuerpo pide a gritos. La noche se entormentó, se oyó repiqueteo precipitado, crujir del suelo de madera (una especie de palets consistentes, nada de parquets –eso es de piso modernos, no de palacios donde la madera es material noble-). Los nervios (serían) también,…
Nos encaminamos por el camino playero de ayer tarde. Los vigilantes (no de la playa, los del camping) me miraron con ojos un poco dubitativos. ¡Mucha prisa tiene éste para irse tan temprano! El sendero de Los Escullos- La Isleta nos parecía suficientemente atrayente y a la mano como para dejar la ocasión de, en la soledad más absoluta, subir y bajar por los promontorios y las barranqueras que a un tiro de piedra nos separaban de tan suculenta postal. ¡Y un pescaito en la postal, no veas!
Cámara en ristre, reportaje fotográfico de todo paraje, de toda botánica, de todo bichito. La panorámica siempre nos ha interesado más que el microscopio. Otra cosa son los detalles. Como no veía a nadie (literalmente ni a un/una homo sapiens en dos horas de senderismo litoral), hice las fotos que quise. En realidad, sin darme cuenta, me había convertido en naturalista ambientólogo sin ninguna presencia humana, ni carga humana. Es obligado, científic@s somos tod@s, compartir el saber (poco en mi caso) aunque en este caso sólo sea la captura de escenarios que, por algún motivo, nos parecieron dignos de clicar (galería de imágenes, “Pre-Día Segundo”).
A la vuelta al redil, el ronquido se había convertido en bostezos y ojos legañosos. El camping despertaba lentamente con el sol infantil. Dulces rayos comenzaban a dibujar la vida de veteranos europeos de la ruta, probablemente jubilados, campistas expertos; algunas parejas enamoradizas; familias rubias con niños platino; y la legión de l@s treinta y tres corchú@s, probablemente, descansad@s, prest@s y deseos@s de desayunar opíparamente para luego subir montañas, atravesar mesetas y sumergirse en las profundidades marinas. Algún despistado infante de esta legión a punto me hizo borrar esta última línea, más propia de mi imaginación que del relato verídico de los hechos. Toalla al cuello, con una chancla y el otro ojo abierto, camino de los retretes más por la caída de la calle que por la vocación de encontrar el escusado o un lavabo al uso. En fin, fantasías.
Al rato, el desayuno se formalizó. Buena pinta la de todos masticando al unísono. La legión se estaba fortaleciendo. Venga tostadas con toda pringue y venga vasos llenos de cacao ‘maravillao’. Uf, qué fuerza. El primo de Zumosol sin zumo. El sol vendría después. Ni se lo imaginaban: grande sobre sus cabezas.
Dando las 10’30 (alguien se quejará), salida para el norte: a la altura de Rodalquilar, la minera aurífera famosa en el mundo entero, la de la fiebre del oro (sólo que en España estaba al este, en vez de al oeste como California), la otra altura: La Polacra, un bicho, una sombra. Juan Carlos, al volante, hizo lo que pudo. Se arrimó como nadie, rozó sus faldas. En adelante, era cosa nuestra. De un golpe, violentos, nos encaramamos en su chepa. Ganamos a La Polacra. Se rindió a nuestros pies, como Goliat a David. La pisamos con denuedo, con gallardía. La naturaleza hollada por el humano. El morrón de La Polacra, a la que tantas ganas tenía de pisar, porque la conquisté siendo alumno universitario, ahora era reconquistada siendo profesor ‘secundario’. Queríamos trabajar el cuaderno de campo, hacer de aquel sitio el aula escribana del día. El viento mediterráneo que en esos momentos se batía sobre aquél peñón nos impidió el propósito. Pero una cosa quedó clara. Toda la legión subió dispuesta, convicta. Comentarios de satisfacción se sucedieron en cada trecho. “Madre mía, qué cosa”; “pero  ¿tú has visto lo que se ve?”; ¡Qué bonito!”; “Ha merecido la pena”. La torre de Los Lobos (XVIII) nos sirvió de guía para saber a dónde íbamos. Satisfacción por haber superado rampas del 12%, con curvas de herradura, un desnivel de casi 300 metros en escasos tres kilómetros. Para cualquier geógrafo, ahora geomorfólogo, que si calizas arreciferas, que si caldera volcánica, que si coladas magmáticas, que si abanicos aluviales, que si….Qué sí, para estar un curso entero como ermitaño allí en todo lo alto; como paisajista, que si las viviendas cúbicas de las alquerías, que si la propiedad de la tierra en minifundios, que si los sistemas extensivos de aprovechamiento, que si la literatura de Juan Goytisolo, que si las pinturas térreas de los postmodernos, que si…Qué sí, para estar otro curso entero como eremita allí en las alturas. Sin moverse, viendo la reserva marítima terrestre desde ese faro inaccesible que nos dimensiona al nivel en el que Petrarca contaba en su subida al Mont-Ventoux. Tenemos que nombrar a los geógrafos montañistas del Guadarrama, de Peñalara, de Somosierra,…esos que hicieron de la montaña el sitio del que quiere mirar con perspectiva de luces largas, el que no quiere morir en los charcos.
Allí, se nos tenía que ir la cabeza y no precisamente por falta de oxígeno (estábamos algo altos, pero a nivel del mar en lo alto de un farallón de infarto). Convenimos en que desde allí, un@, más allá de comprender lo que es cada elemento del conjunto espacial visualizado, lo que tiene que sentir es que tiene derecho a poder contemplar y tener lo que ante nuestros ojos la naturaleza había puesto, que nadie es dueño de apropiarse de lo que puede ser bueno para unos pocos pero no para la colectividad, de que hay cosas que son sublimes e inefables, esto es, superiores e indescriptibles. Esa fue nuestra enajenación. El Parque Natural merece seguir así, vivo, dinámico, pero auténtico. Todo, el Mediterráneo, el sistema vulcanológico único, los habitantes que han sabido sacarle sabia renta a la tierra,...merecen ser respetados porque es respetarnos a cada uno de los que de vez en cuando nos convertimos en almerienses, en paisaje.
Bajamos conscientes de la hazaña, sin el cuaderno relleno, pero con el corazón reconfortado (el corazón por cierto está en la cabeza, por lo tanto, también la cabeza). El autobús que se quedó a ‘la remanguillé’, estaba apuntando a su sitio. ‘Precaución- amigo- conductor”, y orientación septentrional. A los cien metros, los de Hyundai grabando un anuncio con todo despliegue de medios, y corte. ¿Las Negras o Aguamarga?¿El Playazo? El coñazo. Como pudimos salimos del anuncio (Juan Carlos se ilusionó pensando que “ArribasSur” podría haber salido). Hasta Hortichuelas, Fernán Pérez, y Aguamarga, tras dejar a la izquierda todo el Campo de Níjar. De verano, todo lleno, se ha puesto de moda (incluidos los eurofutbolistas), pero ahora ni las gaviotas. El viento que nos impidió escribir en La Polacra nos persiguió hasta Aguamarga, y bien que nos ‘aguamargó’.
A la vuelta, los coreanos del coche de pruebas para el sketch publicitario, todavía estaban dando cochazos. Otro parón. ¡Coñazo! Llamada para retrasar el almuerzo. 14’45, tenedor y cuchillo en mano (arroz con tomate, hamburguesa, patatas fritas, ensalada, calamares). Bien, bien, bien. Los estómagos se habían ahuecado tela. Tiempo para darle vuelta a la bengalí y a los calcetines, y cambio de escenario. Al Sur. En un pispás, Pozo de los Frailes, San José, y uno de los caminos más famosos y transitados (no precisamente por céntrico) de España: “Playas de Genoveses y  de Mónsul” (éstas sí que están vistas, pero nadie se cansa de ellas).
La tarde era lúdica. El micrófono estuvo cerrado todo el rato, y abriendo la puerta del autocar, “fffffsssffffssfffsss”. Las olas, como cantos de sirena, nos llamaban a su encuentro como allá por 1147 atraparon a los marinos ligures (genoveses, vamos a aclararlo), paisanos de Colón, que dejaron su nombre para siempre al campo colindante y a una de las estampas naturales y sociales del turismo de la “Marca” (la vieja ‘.Spain is different’). Tarde de solaz, sombrillas inválidas, chiquill@s jugando dentro y fuera del agua, baños de arena y de sol, tarde de casi verano con la gente que viene en invierno. Una expedición avezada quiso ir a pie a Mónsul, abriendo camino. Una vez más se salvaron por Eolo, su aliado. Por la mañana y al norte, no hubo cuaderno de trabajo, y por la tarde y al sur, no fueron camino del trabajo. Los Genoveses le ganó la partida a Mónsul.
Recogimos a las 19’45. Penilla en la mejor hora de la tarde, pero era lo que había. Duchas, cena (salchicha gigante, patatas, huevos fritos,…), recogida, y vamos a la cama que hay que descansar para que mañana podamos madrugar. No me lo creo ni yo.
Día intenso. Desde el sol naciente al sol poniente, con todo el programa visto (y parecía increíble cuando lo trazamos), vamos a ir buscando esa tecla mágica que todo apuntador busca cuando no tiene más cuento que contar. Con el sol poniente, las estrellas nacientes. El ciclo de los días, días que como éste no serán muchos. Bueno sobre bueno.

¡Ay!, la tecla. (es el punto que está a la izquierda).


Pre-Día Segundo


Día Primero. 18.5.2015: La conquista corchúa del Oriente

Día Primero. 18.5.2015, lunes

José R. Pedraza (Los Escullos, Almería). Antes que la primera línea del diario, una confesión a medio camino de la razón y la intuición. Este viaje es y será diferente por muchas cosas: un viejo propósito de estudiar colaborativamente el territorio andaluz, o lo que es lo mismo, peregrinar en lo doméstico para volver algún otro día a Santiago, y hacerlo además en varias jornadas, uno; no ha sido moneda corriente desperdigarnos con alumnado de I Ciclo, dos; aunar lo didáctico y curricular con lo lúdico, el bolígrafo con el bañador, tres; la fluidez en saber que era científico natural, social y orientador desde su arranque hasta el arranque del bus, cuatro; que sería la inversión competencial y convivencial –tanto monta, monta tanto- que mejor se puede diseñar para el futuro en un II ciclo que debe ser fuerte por el bien de ell@s, cinco; por hacer del viaje un premio al buen trabajo, al cumplimiento de los mínimos deberes (ya iba siendo hora de dejar complejos sobre privilegios, y bla, bla, bla) de cualquiera que tenga voluntad para dejarse aprender y, nosotr@s, poder enseñar, seis; por ser un momento especial en lo personal y en lo profesional para más de uno, y querer que esta aventura sea la partida de bautismo de otras andanzas viajeras, educativas, interdepartamentales, competenciales, colaborativas, convivenciales, afectivas, y, necesariamente, intercentros, siete. 
El espíritu escribano queremos preservarlo, perpetuarlo, perfeccionarlo. Ése es el quinto objetivo de esta expedición. Y si se superaron altibajos, ¿por qué esta experiencia no puede ser el cordón umbilical para hacer red educativa, comunidad de aprendizaje, enclaves conectados por y para el estudio del paisaje? Como siempre, si queremos, ahí podemos estar tod@s. 
Primera línea. Tras un fin de semana de preparativos (alimentarios, documentales, indumentarios, farmacéuticos,…), la semana se presentaba novedosa, por lo dicho anteriormente y por que sonó el despertador a las 6 h. Ring,…qué nos vamos. En la aurora escribana, ring, ring, ring, por 12 = 33 alumn@s y 3 profesor@s abriendo una nueva ruta. Todas las provincias habían sido conquistadas, menos Almería (creo). ¡Qué ilusión también por esto! Otra novedad. 
Las familias todas cumplidoras de su compromiso. Con nuestra llegada al polígono, los últimos alumnos. Maletas a la bodega, fotos de grupo, todos a sus puestos, y arreando. Rumbo S-SE. 
Pasadas las primeras curvas, “buenos días”, “buenos días”. A los pocos kilómetros, las primeras consideraciones para hacer del viaje lo que el profesorado (Amalia, Sonia y José R.) quiere que sea, instrucciones y reflexiones para darle carácter singular, una manera de vivir la excursión, excursionando en el más bello sentido del término: enseñar aprendiendo, aprender enseñando, vivir queriendo. 
Al asomar a la Campiña, repaso de lo que veíamos por las ventanillas: Sierra Morena; al paso por Córdoba, la vega; a la altura de Aguilar, la Campiña; por Lucena, las Subbéticas; por Antequera, el surco intrabético, hoya a hoya; en la hoya de Loja, un hoyo de aceite y un cafelito en Abades. Terminado el repuesto, reparto de cuadernos de campo, dación del número de teléfono (671593191), y fundamental, caracterizar aún más la vivencia: principio de seguridad, de solidaridad, de diversidad; los objetivos de la actividad (ver Cuaderno de campo que está en una página del blog –a la derecha-), y advertir de que el paisaje lo hacemos nosotr@s (“respetar y disfrutar del silencio para oír la música de la naturaleza”). Tod@s atent@s, tod@s expectantes. 
Sin dilación, A92 nuevamente, camino Guadix por el pasillo bético (algunos apuntes inevitables del territorio, y algún recurso para atraer la atención como que los moteros de Levante van a Jerez por allí para acortar su camino). Huétor-Vega, Granada, Puerto de la Mora, y, de pronto, otro paisaje en nuestro horizonte. Guadix es capítulo histórico-artístico de Sonia: que si Paleolítico, que si Metales, que si romanos protocristianizados, que si nazaríes, que si obispos y diócesis (esto es singular, ojo –por si acaso-). La catedral y la alcazaba nos engullen inevitables. Pero Ramón y Javier, educados accitanos, nos ofrecen su trenecillo turístico para visitar las casas-cueva. Dicho y hecho. 36 personas en un tren con cabida para 20 más. Holgueros y dando tumbos por el callejero. Y música a tope, “sube las manos p’arriba, dale p’abajo, p’al otro lado,…”. Los reyes de Guadix mismo paseados como en góndolas con ruedas, un paseo marítimo móvil, un cienruedas con pretensiones cavernícolas. En el Barrio Alto, Centro de Interpretación del asunto. Maravilloso, didáctico, bien preparado con su documental educativo, la vida en las cuevas, y de ahí a un mirador de toda la hoya: ¡qué espectáculo de cárcavas, de chopos, de altiplano, de montañas nevadas aún, cielo de su color! 
En un parque central (central-park, bilingüe, que no se diga), comida mochilera por los bancos y bajo los plataneros de sombra. Y a modo de garita, l@s profes en lo alto del murallón de la rambla de Guadix, seca como el ojo de un tuerto, pero amenazante en anchura y altura de las defensas. ¡Uy con agua! 
A las 15, Juan Carlos –al volante-, puntual. Arriba y p’alante. En una hora, en Tabernas, pleno desierto, maquis, sin suelos, poblados del West americano (MiniHollywood). Con la alcazaba dominando el desierto, en la plaza del pueblo, una siestera explicación de los porqués en un cuaderno –pizarra digital de toda la vida (estaba cogido con las manos en el aire)- de por qué no llueve. En ese momento, de un velador (que parecía la puerta del Saloon del lejano oeste), se levanta Silverio Espinosa (mejicano suena), taxista jubilado, y me dice que parece que alguien echó un cerrojo de Guadix a Motril. “Lo que Vd. le dice a los alumnos es verdad: desde el 29 de septiembre de hace dos años, ni gota”. “Ea”, dije yo. 
Curiosamente, al levantarnos de la improvisada aula, una guerra del agua de chiquillos en una fuente callejera en medio de la nada. Avanzamos.
El mar, de fondo: la bahía de Almería, bajando el Andarax. Sierra Alhamilla a la izquierda (y la legión también –Viator-), al este Sierra de Gata, la Serrata. Desvío para San José, y al poco Los Escullos, el camping. Trámites “aduaneros”, barrera izada, y cada cual a su tienda. Buenos palacetes de plástico. No ha habido un ruido de frigorífico que me haya gustado tanto como el que se desprende del interior de palacio. ¡Qué sonido en medio del olor a plástico puro! 
Cambio de ropa, maletas medio abiertas, y a la playa del Arco, a 15 minutos. Sitio bello, franja virgen, domos volcánicos, cañaverales, herbazales (triguillos del diablo), la batería carolina (dieciochesca) de San Felipe, dunas oolíticas, y espuma blanca rompiendo, sin parar, y alguno rompiéndole la crisma. Agua, agua, agua. ¡Pues toma! A veces los avisos no surten efecto. Hay que experimentar. 
No tiene precio ver la empresa en su bautizo cabogatino. La tarde, paradojas del destino, comenzó a amagar lluvia. Camino de vuelta, relajados sin prisa, compartiendo impresiones, departiendo emociones, repartiendo sonrisas.
Ducha, reajuste maletero, cena (chuletas, pez espada, macarrones, patatas fritas, ensalada, yogur, fruta). Uf, gases. 
Comieron bien, todo lo que se pusieron del buffet y recogieron las mesas. Hombres y mujeres. Vuelta a las bengalíes, cada cual con sus mochuel@s. La noche se abrió. Estrellas en el firmamento y grillos en el sedimento. Se atemperó la noche. El camping se apaga. La brisa mediterránea nos roza. 
A punto de apagar la luz, sólo queda escribir que el día fue mucho más que soñado.


NOTA:
Este viaje va a ser diferente a muchos hasta para esto: las fotos antes que los textos. No me conozco. Seguimos aprendiendo.



martes, 12 de mayo de 2015

Objetivos

1.     Estudiar un territorio andaluz con óptica interdisciplinar y científica.
2.     Favorecer la convivencia presente y futura del alumnado de I ciclo.
3.     Compartir contenidos académicos y valores actitudinales en un viaje de estudios, curricular a la par que lúdico.
4.     Conocer la variedad paisajística andaluza.

5.     Mantener la salida extraescolar como seña identitaria del instituto, recuperando el espíritu peregrino escribano.

Presentación

Este es el blog del viaje interdisciplinar y complementario de los departamentos de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales del IES La Escribana de Villaviciosa (Córdoba) con los cursos 1º y 2º ESO.
Se eligió el Parque Natural de Cabo de Gata ya que es un espacio conocido por parte del profesorado y, sobre todo, un lugar representativo y simbólico de la Comunidad Autónoma de Andalucía. 
Tras haber hecho el Camino de Santiago (2011), fue intención de algunos departamentos didácticos continuar saliendo por el territorio andaluz, invirtiendo en convivencia en todos los sentidos (en la preparación, en la realización y como mejora actitudinal posterior). Llegó el momento de llevarlo a efecto.
Los objetivos trazados lo justifican sobradamente.